Amado padre
Desde niña sentí tu cariño
tú aprecio y tú forma de hacer feliz
me enseñaste las reglas de la vida
a jugar, correr y amar.
Tu dulzura y consejos
fueron un bálsamo en mí ser
encaminaste mi vida
para ser una mejer feliz.
Tu honestidad marco mi destino
tu sencillez y entrega
la nobleza de su alma
la gloria del deber cumplido.
Quisiera que el poema que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vea
y de todos los versos que aquí escribo
sean dignos de su nombre en el cielo.
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